
Seguimos el contexto pandémico del coronavirus. Y ya desde un tiempo, en los medios reina la pandemia de la realidad viralizada, guiada por la tiranía de las audiencias. Esta pandemia alimenta al virus del miedo, campando a sus anchas como nunca, en nuestras casas, en nuestras calles. El miedo no está exento de riesgos, sino todo lo contrario. Es capaz de debilitar nuestro sistema inmune, fracturar nuestra sociedad, animar tendencias antidemocráticas, y otros contratiempos que prefiero no nombrar.
Mientras tanto, algo se ha perdido en estos meses confinados,… ¿tú, yo… nosotros? Sí, nos hemos perdido en nuestras casas. Y por mucho que salgamos a buscarnos no nos encontramos en las calles. ¿Dónde diablos nos podemos encontrar? Pues allí donde realmente nos perdimos, mucho antes de que nada empezara: en la naturaleza.