De crítico interno a observador empático a través de la evolución de la mente

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Continúa del post anterior De crítico interno a observador empático: cuando nuestras voces internas se vuelven amigas.

Evolución de la mente y crítico interno

Robert Kegan de Harvard plantea en su modelo evolutivo de la mente adulta varios estadios de evolución. En esta sección voy a indagar de acorde a mi experiencia, como el crítico interno evoluciona en cada uno de ellos. En su modelo Keagan habla de tres tipos de mente que corresponden a distintas etapas de evolución:

Mente socializada (socialized mind)

Cuando vivo desde la mente socializada, mi yo interno está compuesto por mis relaciones. Las relaciones me construyen como persona, y mi sensación de quien soy depende de ellas. Este yo, es un yo leal a las expectativas de las personas más significativas en mi vida. En mi experiencia muchas de las personas que viven en este estadio, cuentan con un crítico interno fuerte con frecuencia aliado con las voces de las personas con las que están en relación. Cuando nuestra identidad se funde con la lealtad hacia los otros perdemos autoridad y poder, y este suele ser el resultado de los ataques del crítico.

Mente que se crea a si misma (self-authoring mind)

Cuando vivimos desde la mente que se crea a si misma, nuestra vida está guiada por nuestros valores. My lealtad es hacia mi mismo y yo soy la autoridad en mi vida. Esta fase se caracteriza por reflexión e introspección, entrando entre otras cosas en contacto con el crítico para retarlo y/o deconstruirlo. En contrapartida emerge el observador empático como fuente de apoyo interno. En este espacio todavía escuchamos al crítico interno pero ya no nos quita poder, y somos capaces de demostrar que no tiene razón a través de nuestras acciones y forma de ser.

Mente que se transforma a si misma (self-transforming mind)

Esta fase evolutiva se caracteriza por la creatividad y la innovación. Nuestro sentido de quienes somos, nuestro yo interno es fluido. Desde esta etapa el conflicto cobra una nueva dimensión y no lo rehuimos. La incertidumbre no es algo de lo que quiera liberarme, sino más bien algo con lo que deseo intimar. También tenemos acceso a perspectivas sistémicas, y nos interesa transformarlas para el bien de todos, más allá de nuestro interés personal. En este espacio nuestro crítico interno se ha silenciado casi por completo. Nadie lucha con el y ocasionalmente se escucha al observador empático. Experimentamos mucho espacio y nuestras acciones empiezan a surgir desde la no acción taoísta.

Cuando el silencio nos llena

En mi experiencia, más allá del observador empático, cuando incluimos y trascendemos al crítico interno lo que sucede en nuestro interior es que nace un gran espacio. Este espacio no contiene voces positivas ni negativas, una de sus principales cualidades es el silencio. De alguna forma este espacio lo contiene todo. Al no existir voces críticas, podemos considerar todas las opciones, especialmente aquellas que antes, bajo la influencia de nuestro crítico, no podíamos ni tan siquiera imaginar. Junto a considerar estas opciones, también se afloja el sentido de la preferencia. Más que un aferrarse diciendo: “¡Esta es la buena!”, presenciamos las distintas opciones y suavemente nos inclinamos por una, sabiendo que no todo depende de nosotros, confiando en la profunda insondabilidad de la vida.

Mirada interior

La próxima vez que escuches a tus voces internas, date cuenta de quién está hablando, si tu crítico interno o tu observador empático. Plantéate ¿Cómo puedes invitar al observador empático a tomar más espacio en tu interior? ¿Cómo te sientes al escucharlo? ¿Qué es posible en tu vida cuando lo haces?

 

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