
“Conectar a través de la similitud, a través de la comunión es maravilloso, necesario y sin embargo, a medida que como adultos evolucionamos se convierte en una forma limitante y nada recomendable.”
Este post es el sexto de la serie de posts y conversaciones en los que exploro cada una de nueve capacidades básicas que configuran la mente autora de sí misma, según la teoría de desarrollo adulto del profesor emérito de Harvard, Robert Kegan.
La similitud (no) lo es todo
Recuerdo a mis primeras amigas de adolescencia. Este compartir con el otro, el mundo interior de uno, y también el exterior. Descubrir similitudes y más similitudes, en un océano de intimidad. Un nuevo sentido de pertinencia. Había unas personas ahí fuera, en el mundo a quienes yo pertenecía, más allá de mi famila. En este entorno, y luego en grupo, se abría una posibilidad de descubrirme a mi misma que antes no exisitía. Luego al conocer a quien sería mi pareja de vida, nuestra historia, -al igual como la de tantas parejas- se forjó en una comunión de formas de pensar, anhelos y orientaciones similares. Conectar a través de la similitud, a través de la comunión es maravilloso, necesario y sin embargo, a medida que como adultos evolucionamos se convierte en una forma limitante y nada recomendable.
“Encajar” te tranquiliza y tranquiliza a los otros
El código de relación de la similitud es muy evidente en la pareja, pero también en círculos de amigos, familia y organizaciones. Para compartir un espacio íntimo, has de “ser igual”, compartiendo experiencias, formas de interpretar la realidad,.… Cuando esto ocurre, te sientes tranquilo, seguro. Sabes que cuando “encajas” los otros se sienten más cómodos a tu lado, ya que la diferencia, la diversidad tiende a desestabilizar – ver post anterior. De esa forma, tendemos a conformar con lo que se espera de nosotros para no generar tensiones, para que los otros no estén incómodos.
Los límites de la similitud
Ahí va un ejemplo real de las limitaciones de conectar desde el “encajar”, desde la similitud. Hace poco topé con una persona conocida que acababa de separarse. Al preguntarle como estaba, me dijo con una sonrisa sincera, sin pizca de añoranza, “estoy tan bien, de verdad….Creo que en el matrimonio me amoldé demasiado a él, no sé porqué..… Ahora puedo volver a ser yo misma.”
Esta situación expresa uno de los límites de conectar intimamente a través de la similaridad: que a largo plazo, se traduce en sacrificar nuestra autenticidad por pertenencia a un sistema, pareja o ideal. Dejamos de expresar nuestro potencial para encajar. Pero no solo esto, de forma consciente o inconsciente, también reclamamos al otro que se sacrifique por nosotros, para la relación. Que deje de lado sus preferencias, que se amolde, que suelte parte de su expresión única. Cuando esto ocurre, y esto ocurre de forma inevitable si no aprendemos una forma diferente de estar en intimidad, o bien nos consumimos de resentimiento a más corto o largo plazo, o bien la relación se rompe.
Otra forma de intimidad: acercándonos a nuestras diferencias
Existe un camino más allá del romper la relación o el resentirse por las exigencias del código de la similitud (i.e. necesidad de fusionarse, sentir lo mismo, pensar lo mismo, actuar de forma similar, etcétera). Este camino, trasciende esta falsa dicotomía y consiste en conectar a través de la diferencia.
David Schnarch(1) explica que la intimidad evolucionada consiste en la capacidad de acercarse al otro a medida que nos volvemos más diferentes. Por ejemplo, tomemos el caso de una pareja, bloqueada por la creencia que solo pueden conectar íntimamente a través de la similaridad. Él vuelve a casa del trabajo, ha tenido un día pésimo, desavinencias con su supervisor, problemas de calidad y un largo y gris etcétera. Está cansado y de mal humor. En cambio para ella el día ha sido fabuloso. La editorial ha respondido que está interesada en publicar su manuscrito y ya tiene la trama para su novela siguiente. Cuando ambos se encuentran, el empieza compartiendo su sentir, ella se siente empujada a conectar con sus emociones. Ambos se embargan de la negatividad del día de él, y ella se olvida de compartir su experiencia, anticipando demasiada disonancia.
Tomemos ahora la misma pareja, que ha desarrollado su capacidad de conectar a través de la diferencia. El empieza compartiendo su pésimo día. Ella le escucha y le comprende, pero al hacerlo el estado emocional de su esposo no le arrastra. Está anclada en un espacio emocional y relacional más allá de las experiencias de uno u otro. Después de escucharle y darle todo el espacio, le pregunta: ¿Te sientes listo para escuchar como me fue a mi? El asiente desde un espacio limpio, sin expectativas ni exigencias. Escucha la experiencia de ella y se permite participar de su alegría y entusiasmo. Ambos se sienten cerca el uno del otro. En la consciencia de su diferencia, su intimidad crece.
Pre-requisito: relaciones autónomas
Para poder conectar desde la diferencia, según R. Kegan(2) es necesario trascender las Relaciones de Mutualidad, construidas en una “realidad compartida” según las cuales, para sentirme feliz, mi pareja ha de sentirse feliz. Si yo me siento triste, mi pareja también. En estas relaciones asumimos una identidad parecida, y por tanto la comunicación implícita o no explícita, ya nos va bien.
Las relaciones de mutualidad, se pueden trascender y es sano que esto ocurra, desarrollando Relaciones Autónomas . Estas, en lugar de asumir similaridad, asumen la diferencia entre ambas partes, y por ello valoran especialmente la comunicación explícita.
Cuando dos o más personas se comunican desde una relación autónoma, tienden a cultivar el gozo de conocer las texturas y sutilezas de la experiencia del otro. Desde su autonomía pueden participar acercándose al sentir del otro sin fundirse en él. Cuando esto ocurre, la experiencia de intimidad cobra un cariz profundo ya que permite sentir la cercanía del otro, probar su diferencia sin sentirse amenazado, apreciarla sin necesidad de cambiarla, ni hacer nada al respecto. La conexión a través de la diferencia en una relación autónoma, expande la frontera de la intimidad a un horizonte deliciosamente enriquecedor.
¿Qué te aporta la intimidad desde la diferencia?
Cuando conectas desde la diferencia, el concepto de conexión, de amar a otra persona, se reconfigura. Amar deja de significar perderse en el otro sino participar en la vida del otro, sin perder el ancla en el propio.
Con la intimidad en la diferencia, nos resulta más fácil ser directos, puesto que no tenemos que “encajar”, y podemos expresar más libremente nuestros deseos, anhelos e intereses.
A nivel personal, las relaciones cobran más vida, más espacio, más posibilidades. A nivel profesional, este tipo de relación permite desarrollar el talento de todos, y las colaboraciones se vuelven más potentes.
4 pasos para cultivar la intimidad en la diferencia:
1- Desarrolla tu autoridad interna, integridad, visión y capacidad de abrirte a la diversidad.
2- Cuando estés en relación, date cuenta de tu tendencia en fijarte en las similitudes que compartes con la otra persona. Prueba a llevar tu atención en cuán diferente es vuestra experiencia de algo y exprésalo. Recibe el impacto en ti y en la relación de hacerlo.
3- Cuando en relación, pierdas la conexión con tu experiencia interna (el paso previo a relacionarte desde la similitud), opta por dos de los siguientes pasos:
a) Genera distancia física, alejándote del otro. Pregúntate qué sientes, vuelve a anclarte a tu experiencia personal. Regresa a la conexión, ahora mantén la diferencia.
b) Acércate físicamente al otro y explica las diferencias de tu experiencia versus la experiencia del otro. Relájate en la diferencia. Siente la conexión a través de la misma.
3- En paralelo, mediante la práctica de la intimidad en la diferencia, date cuenta de cuán de nutritiva y liberadora resulta para uno y para las personas que se relacionan de forma autónoma. Cultiva la compasión hacia personas que conectan desde la similitud, sin coartar tu expresión auténtica.
- Schnarch, David (2009). Passionate Marriage: Keeping Love and Intimacy Alive in Committed Relationships.
- Kegan, Robert (2003). Desbordados. Cómo afrontar las exigencias psicológicas de la vida actual.