¿Cómo lidiar con la ‘segunda flecha’ cuando las cosas van mal?
Artículo publicado en el diario digital 20 minutos, el 22.7.20.
«La parábola budista de las dos flechas, la Sallatha Sutta, explica que cuando a un hombre le dan con una flecha siente el dolor causado por ella. Si le dan con otra, siente todavía más dolor. Esta enseñanza apunta al dolor mental causado por nosotros mismos cuando nos ocurre algo que juzgamos como malo o negativo. Este dolor mental toma forma de pensamientos y emociones que nos encadenan al sufrimiento.
Por ejemplo en el consultorio de coaching de esta semana, se plantea una situación de sobrecarga en el trabajo. La persona siente que esto no es justo y de allí nacen sentimientos de enfado. Si la persona es capaz de utilizar esta ira para, una vez soltada, marcar límites en cuanto a la cantidad de trabajo que puede desempeñar, o para darse cuenta del contexto actual, el ciclo termina y hasta ahí todo bien.»
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De copas con la apatía
Artículo publicado en el diario digital 20 minutos, el 11.7.20.
«No sé si escribir este artículo o no hacerlo. La apatía me susurra… ¿para qué molestarte? Al fin y al cabo ya respondiste la pregunta del consultorio de coaching sobre este tema. Y, sin embargo, decido seguir el impulso a escribir. ¿Porqué? Pues porque al igual que a muchas otras personas, la emoción de la apatía me ha visitado después del confinamiento y no muestra demasiadas ganas de marcharse. Con estas líneas, te doy pautas para relacionarte con ella, hasta que, sin darte cuenta, se haya marchado e incluso tal vez, llegues a echarla de menos.»
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Despertar con el circo
Llegamos al circo a media tarde. El sol pega fuerte, todo parece como otras veces. En la entrada doy torpemente las entradas a un payaso que me ofrece gel para las manos, me hago un lío con la mascarilla, las gafas de sol, el bolso, a media risa consigo poner todo en su lugar y untarme con el dichoso líquido. Tomamos asiento. El circo está medio vacío. Me siento feliz de estar allí.
El circo Raluy Legacy ha estado acampado en mi ciudad durante todo el confinamiento. Con todas las actuaciones suspendidas, se confinaron en el parque San Jordi en el centro de la ciudad, donde ahora están a punto de realizar la actuación. Durante los días encerrados, cada vez que pasaba delante de la carpa y veía al circo, me abrumaba pensar sobre el parón que ha golpeado brutalmente a todo el sector del espectáculo, uno de los más afectados durante esta crisis.
Aire nuevo
Disfruto siempre de la llegada del circo o de los numerosos artistas que nos visitan en varios de los festivales de la ciudad. Más allá de las actuaciones en sí que me fascinan, encuentro que, con su mera presencia, sutilmente infundan a la ciudad de aires transgresores que animan la vida y sus posibilidades reequilibrando el temeroso y conservador inconsciente colectivo.
La voz del circo reza, “Señores, les recordamos que está prohibido realizar fotos con flash, gravar con flash y fumar con flash”. El espectáculo empieza. El primer gag, payaso listo, payaso tonto, utilizando las mascarillas y el spray desinfectante como hilo conductor. Se pone la mascarilla como gorro, como bikini, como slip, nos duchan con spray. Suenan las primeras carcajadas.
Presencia
Con el asombro de una niña de siete años entro de lleno en el espectáculo. Mi pensamiento cesa y en mi experiencia solamente hay cabida para el número de turno. Baja la luna y en ella una trapecista se contorsiona como un ser mítico, al son de la música y las luces. Dos equilibristas caminan por la cuerda realizando todo tipo de bailes imposibles, desde pedalear encima de la cuerda a moverse como si la cuerda fuese un espejo. Dioses, dice una voz dentro de mi, son dioses y devotamente nos regalan con su arte a todos nosotros.
Voy del trance a la realidad y vuelvo al trance. Después de cada súper logro, siento que los aplausos suenan tan bajos… claro el público somos cuatro gatos. Redoblo mis esfuerzos para hacerles llegar mi celebración, mi admiración. Imagino los retos económicos que están sufriendo, y a pesar de todo, allí están, dándolo todo. Me emociono y aplaudo más fuerte. Llega el clown y los grandes números hacen una pausa. Nos entrega coqueto su debilidad. Su ridículo, sus ordinarieces, y así, entre risa y risa, vemos las nuestras. Esta crisis nos ha hecho pequeños. Muy pequeños. Un virus pequeño nos mostró cual payaso nuestra enorme pequeñez. Y ahora, está de nuevo la oportunidad en nuestras manos para poco a poco resurgir, como payasos conscientes de su humanidad inquebrantable, pero sobretodo de su debilidad segura.
“Señores, señoras, por un momento, quítense las mascarillas y respiren, respiren hondo. Inspiren, y expiren. Otra vez, inspiren, expiren…” dice la voz del circo y yo añado internamente, suelten el miedo, confíen en su pequeñez que también es la nuestra y sobretodo, gocen del espectáculo, que la vida son cuatro días y ya han pasado dos. El espectáculo termina. Me siento extasiada y ligera.
Invitación a despertar
Aznavour canta en Les comédiens, “los artistas del circo, van a desmontar su tienda, dejando en el fondo del corazón de cada uno, una pizca de la felicidad del arlequín y un poco de su serenata. Y mañana, cuando el sol se levante, ya estarán lejos y creeremos que todo ha sido un sueño. Pero mientras tanto, cruzan de noche otros pueblos adormecidos.” Y así, a medida que el mundo del espectáculo vuelve a la vida, nos ofrecerá inestimables espacios para despertar del sueño de la nueva normalidad. Momentos para sentir la vida más allá del miedo y de nuestras limitadas mentes. Despertar a la naturaleza del ser, aquella a la que verdaderamente pertenecemos.
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(Black) lives matter
Artículo publicado en el diario digital 20 minutos, el 6.6.20.
«Leo que George Floyd ha muerto asfixiado por un policía, en la ciudad de Minneapolis, en EE UU. Un asesinato más, colmando el dolor de la comunidad afroamericana del país, a rebosar ya, por las muertes de Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y muchos otros. Esta vez el voltaje de los comentarios en las redes sube. Estalla la indignación y empiezan las protestas en las calles de muchas ciudades norteamericanas. Leo sus últimas palabras con lágrimas en la cara. Siento dolor e impotencia y resueno con las voces alzadas por numerosas personas conocidas y anónimas que claman al unísono: ¡basta!
La pregunta que me mueve a escribir este artículo es ¿Qué tiene que ver conmigo el asesinato de George Floyd? ¿Qué tiene que ver contigo?«Seguir leyendo artículo completo en este link.
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Fase «L»
Artículo publicado en el periódico on-line 20 minutos el 1.7.20.
«Mi ciudad ha entrado en fase «L» – hace bastante que perdí la cuenta – le llamo así por ser la fase en la que abren las librerías.
Durante la pandemia he leído bastante y, lo confieso, he comprado libros online, era cuestión de supervivencia. Sin embargo, no hay nada como una librería de verdad. Hoy ando feliz con la intención de entrar en una de mis favoritas y perderme en ella. Dejar que los libros me atraigan tal imanes. Flirtear con muchos. Y dejarme seducir por varios. Otra confesión: soy una materialista de libros. Me gusta poseerlos en papel. El ebook no me convence. Aunque he leído bastantes libros en ipad, es como si al faltar la experiencia táctil, se almacenaran en un espacio distinto de mi ser. En un tipo de memoria temporal, en la que al contrario de cuando leo en un libro de papel, sus aprendizajes se evaporan como inspiraciones triviales.«
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Que te despidan no es el final y tu lo sabes
Artículo publicado en 20 minutos el 10.06.20.
Te han despedido. De un día para otro estás sin trabajo. El mundo se te cae encima. En plena crisis del coronavirus. Las cosas no pintan bien. Hablan de la segunda ola. ¿Qué vas a hacer? Te inundan oleadas emocionales de rabia y tristeza.
Te enfadas con la globalización, el gobierno de turno y el maldito virus. Y sabes, tienes toda la razón de enfadarte. Enfádate y, sobre todo, siente lo que tengas que sentir. Defiende tus derechos y negocia bien tu indemnización. Y una vez lo hayas hecho, dale carpetazo al asunto.
Soltar la palabrería
Quiero que por un momento sueltes toda la palabrería sobre lo que es y no es posible en estos momentos a nivel de trabajo. Te animo a suspender todas tus creencias sobre la economía, tu futuro profesional y lo que te depara la vida.
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Cinco razones para encontrarte, perdiéndote
Artículo publicado el 27.05.20 en el diario digital 20 minutos.
Seguimos el contexto pandémico del coronavirus. Y ya desde un tiempo, en los medios reina la pandemia de la realidad viralizada, guiada por la tiranía de las audiencias. Esta pandemia alimenta al virus del miedo, campando a sus anchas como nunca, en nuestras casas, en nuestras calles. El miedo no está exento de riesgos, sino todo lo contrario. Es capaz de debilitar nuestro sistema inmune, fracturar nuestra sociedad, animar tendencias antidemocráticas, y otros contratiempos que prefiero no nombrar.
Mientras tanto, algo se ha perdido en estos meses confinados,… ¿tú, yo… nosotros? Sí, nos hemos perdido en nuestras casas. Y por mucho que salgamos a buscarnos no nos encontramos en las calles. ¿Dónde diablos nos podemos encontrar? Pues allí donde realmente nos perdimos, mucho antes de que nada empezara: en la naturaleza.
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Ruta interior para la desescalada
Artículo publicado el 12.05.20 en la versión digital del periódico 20 minutos.
Desescalada
Es la octava semana de cuarentena. Ahora le llaman desescalada. Para desescalar uno tiene que haber previamente escalado. Y sin embargo, yo no siento haber escalado nada. Más bien sé que he descendido a un lugar profundo. A las entrañas de lo que significa vivir en sociedad. Un lugar al que he sido llevada sin haberme preguntado si quería ir.
Una regresión de libertades para contener un mal mayor. Lo acepté resignada, como quien sube a un avión sin saber adónde se dirige, ni tampoco cuál es el precio del pasaje. No por casualidad, este ha sido el repetitivo argumento de mis sueños durante estos días de confinamiento.
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Belleza en la pandemia
Hoy estoy en contacto con la belleza, entendida en el sentido platónico de lo virtuoso, lo bueno y lo verdadero.
Escucho a un político chino ante autoridades europeas afirmando que ahora lo más importante es proteger LA VIDA. Un alto dirigente del país en el que vivo hace suyas las palabras. La vida pasa a primer plano, por primera vez desde que tengo memoria. La vida por delante de la economía, de la política, y de un largo y estéril etcétera antepuestos durante demasiado tiempo a esta dimensión primordial.
Agradezco a la música que me marca un ritmo en estos días donde las rutinas se camuflan como miembros de una guerrilla. En medio del campo del juego del confinamiento me pierdo al menos un par de veces durante la jornada. Entonces pongo música, esta suena y yo existo en ella, en el compás se ordena sin darme cuenta lo que tengo que hacer y lo hago.
Celebro a mi hija y su forma de adaptarse a esta jaula temporal, entendiendo que no hay abuelos, ni parque, ni posibilidad de ir a ninguna parte, ya pesar de todo afrontando este tiempo sin guion como si se encontrara en el más emocionante del los parques de atracciones. La forma en como mi pareja se crece en momentos críticos como estos, haciéndolo el mejor compañero de viaje en esta travesía incierta.
Recibo pequeños gestos que matizan el día, con exquisitas tonalidades y texturas. Invitando a Beethoven al confinamiento, la vecina de arriba, con sus casi ochenta años se entrega sin reservas a las teclas de su piano. Amigos que llaman con el corazón a las puertas del móvil. Poetas cantando en las redes, inspirados por este exilio insospechado. Invisibles puentes de mirada y media sonrisa, entre extraños, en las furtivas salidas a la calle, gracias al virus que quizás ya ambos llevamos dentro.
Admiro la labor de los profesionales sanitarios que discretamente afrontan el enemigo invisible cuidando y cuidándose, y también de los periodistas que se esfuerzan en explicar lo que este periodo nos está enseñando, más allá del alarmismo fácil, compartiendo noticias alentadoras y útiles.
Siento la dulzura que siempre está conmigo, pero que con este ralentizar del tiempo, se deleita en mi piel, infusionando mi entorno con inspiración, juego y nostalgia a partes diferentes según el instante.
Y tú, ¿Dónde encuentras la belleza en estos momentos extraños y particulares?
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Intimidad en la diferencia
“Conectar a través de la similitud, a través de la comunión es maravilloso, necesario y sin embargo, a medida que como adultos evolucionamos se convierte en una forma limitante y nada recomendable.”
Este post es el sexto de la serie de posts y conversaciones en los que exploro cada una de nueve capacidades básicas que configuran la mente autora de sí misma, según la teoría de desarrollo adulto del profesor emérito de Harvard, Robert Kegan.
La similitud (no) lo es todo
Recuerdo a mis primeras amigas de adolescencia. Este compartir con el otro, el mundo interior de uno, y también el exterior. Descubrir similitudes y más similitudes, en un océano de intimidad. Un nuevo sentido de pertinencia. Había unas personas ahí fuera, en el mundo a quienes yo pertenecía, más allá de mi famila. En este entorno, y luego en grupo, se abría una posibilidad de descubrirme a mi misma que antes no exisitía. Luego al conocer a quien sería mi pareja de vida, nuestra historia, -al igual como la de tantas parejas- se forjó en una comunión de formas de pensar, anhelos y orientaciones similares. Conectar a través de la similitud, a través de la comunión es maravilloso, necesario y sin embargo, a medida que como adultos evolucionamos se convierte en una forma limitante y nada recomendable.
“Encajar” te tranquiliza y tranquiliza a los otros
El código de relación de la similitud es muy evidente en la pareja, pero también en círculos de amigos, familia y organizaciones. Para compartir un espacio íntimo, has de “ser igual”, compartiendo experiencias, formas de interpretar la realidad,.… Cuando esto ocurre, te sientes tranquilo, seguro. Sabes que cuando “encajas” los otros se sienten más cómodos a tu lado, ya que la diferencia, la diversidad tiende a desestabilizar – ver post anterior. De esa forma, tendemos a conformar con lo que se espera de nosotros para no generar tensiones, para que los otros no estén incómodos.
Los límites de la similitud
Ahí va un ejemplo real de las limitaciones de conectar desde el “encajar”, desde la similitud. Hace poco topé con una persona conocida que acababa de separarse. Al preguntarle como estaba, me dijo con una sonrisa sincera, sin pizca de añoranza, “estoy tan bien, de verdad….Creo que en el matrimonio me amoldé demasiado a él, no sé porqué..… Ahora puedo volver a ser yo misma.”
Esta situación expresa uno de los límites de conectar intimamente a través de la similaridad: que a largo plazo, se traduce en sacrificar nuestra autenticidad por pertenencia a un sistema, pareja o ideal. Dejamos de expresar nuestro potencial para encajar. Pero no solo esto, de forma consciente o inconsciente, también reclamamos al otro que se sacrifique por nosotros, para la relación. Que deje de lado sus preferencias, que se amolde, que suelte parte de su expresión única. Cuando esto ocurre, y esto ocurre de forma inevitable si no aprendemos una forma diferente de estar en intimidad, o bien nos consumimos de resentimiento a más corto o largo plazo, o bien la relación se rompe.
Otra forma de intimidad: acercándonos a nuestras diferencias
Existe un camino más allá del romper la relación o el resentirse por las exigencias del código de la similitud (i.e. necesidad de fusionarse, sentir lo mismo, pensar lo mismo, actuar de forma similar, etcétera). Este camino, trasciende esta falsa dicotomía y consiste en conectar a través de la diferencia.
David Schnarch(1) explica que la intimidad evolucionada consiste en la capacidad de acercarse al otro a medida que nos volvemos más diferentes. Por ejemplo, tomemos el caso de una pareja, bloqueada por la creencia que solo pueden conectar íntimamente a través de la similaridad. Él vuelve a casa del trabajo, ha tenido un día pésimo, desavinencias con su supervisor, problemas de calidad y un largo y gris etcétera. Está cansado y de mal humor. En cambio para ella el día ha sido fabuloso. La editorial ha respondido que está interesada en publicar su manuscrito y ya tiene la trama para su novela siguiente. Cuando ambos se encuentran, el empieza compartiendo su sentir, ella se siente empujada a conectar con sus emociones. Ambos se embargan de la negatividad del día de él, y ella se olvida de compartir su experiencia, anticipando demasiada disonancia.
Tomemos ahora la misma pareja, que ha desarrollado su capacidad de conectar a través de la diferencia. El empieza compartiendo su pésimo día. Ella le escucha y le comprende, pero al hacerlo el estado emocional de su esposo no le arrastra. Está anclada en un espacio emocional y relacional más allá de las experiencias de uno u otro. Después de escucharle y darle todo el espacio, le pregunta: ¿Te sientes listo para escuchar como me fue a mi? El asiente desde un espacio limpio, sin expectativas ni exigencias. Escucha la experiencia de ella y se permite participar de su alegría y entusiasmo. Ambos se sienten cerca el uno del otro. En la consciencia de su diferencia, su intimidad crece.
Pre-requisito: relaciones autónomas
Para poder conectar desde la diferencia, según R. Kegan(2) es necesario trascender las Relaciones de Mutualidad, construidas en una “realidad compartida” según las cuales, para sentirme feliz, mi pareja ha de sentirse feliz. Si yo me siento triste, mi pareja también. En estas relaciones asumimos una identidad parecida, y por tanto la comunicación implícita o no explícita, ya nos va bien.
Las relaciones de mutualidad, se pueden trascender y es sano que esto ocurra, desarrollando Relaciones Autónomas . Estas, en lugar de asumir similaridad, asumen la diferencia entre ambas partes, y por ello valoran especialmente la comunicación explícita.
Cuando dos o más personas se comunican desde una relación autónoma, tienden a cultivar el gozo de conocer las texturas y sutilezas de la experiencia del otro. Desde su autonomía pueden participar acercándose al sentir del otro sin fundirse en él. Cuando esto ocurre, la experiencia de intimidad cobra un cariz profundo ya que permite sentir la cercanía del otro, probar su diferencia sin sentirse amenazado, apreciarla sin necesidad de cambiarla, ni hacer nada al respecto. La conexión a través de la diferencia en una relación autónoma, expande la frontera de la intimidad a un horizonte deliciosamente enriquecedor.
¿Qué te aporta la intimidad desde la diferencia?
Cuando conectas desde la diferencia, el concepto de conexión, de amar a otra persona, se reconfigura. Amar deja de significar perderse en el otro sino participar en la vida del otro, sin perder el ancla en el propio.
Con la intimidad en la diferencia, nos resulta más fácil ser directos, puesto que no tenemos que “encajar”, y podemos expresar más libremente nuestros deseos, anhelos e intereses.
A nivel personal, las relaciones cobran más vida, más espacio, más posibilidades. A nivel profesional, este tipo de relación permite desarrollar el talento de todos, y las colaboraciones se vuelven más potentes.
4 pasos para cultivar la intimidad en la diferencia:
1- Desarrolla tu autoridad interna, integridad, visión y capacidad de abrirte a la diversidad.
2- Cuando estés en relación, date cuenta de tu tendencia en fijarte en las similitudes que compartes con la otra persona. Prueba a llevar tu atención en cuán diferente es vuestra experiencia de algo y exprésalo. Recibe el impacto en ti y en la relación de hacerlo.
3- Cuando en relación, pierdas la conexión con tu experiencia interna (el paso previo a relacionarte desde la similitud), opta por dos de los siguientes pasos:
a) Genera distancia física, alejándote del otro. Pregúntate qué sientes, vuelve a anclarte a tu experiencia personal. Regresa a la conexión, ahora mantén la diferencia.
b) Acércate físicamente al otro y explica las diferencias de tu experiencia versus la experiencia del otro. Relájate en la diferencia. Siente la conexión a través de la misma.
3- En paralelo, mediante la práctica de la intimidad en la diferencia, date cuenta de cuán de nutritiva y liberadora resulta para uno y para las personas que se relacionan de forma autónoma. Cultiva la compasión hacia personas que conectan desde la similitud, sin coartar tu expresión auténtica.
- Schnarch, David (2009). Passionate Marriage: Keeping Love and Intimacy Alive in Committed Relationships.
- Kegan, Robert (2003). Desbordados. Cómo afrontar las exigencias psicológicas de la vida actual.
- Publicado en 9 capacidades mente autora de si misma, Sin categorizar