Cuando crear es evolucionar (II)
(continúa del post anterior)
Creando nos creamos
Una de las aportaciones de la post-modernidad según Wilber es la de hacer explícito la importancia del contexto a la hora de generar sentido o crear significado. También afirma que puesto que los contextos son infinitos, la evolución del cosmos pasa en una de sus dimensiones a través del proceso de generación de sentido personal y colectivo.
Passarel·les
Avui caminant pel Montsant,
passarel·les arran del precipici.
Un pas en fals i de sobte,
el no res.
Ahir vosaltres,
ensurt a la carretera.
Una reacció fora de temps i de cop,
el no res.
En tot moment, caminem per passarel·les.
Per això cal anar amb compte.
Un no pot anar massa amb compte,
em van dir una vegada.
Anar amb compte vol dir parar atenció.
A un mateix, als altres, a l’entorn.
I malgrat les passarel·les, malgrat l’abisme,
gosar crear.
Creant, ens creem.
Creant, descobrim qui som,
quan en el procés, trobem sorpresos traces
de la nostra fugissera essència.
No parlo de grans creacions.
Dibuixos en una pissarra o a la sorra,
a voltes vindran onades i l’esborraran.
I tanmateix no importa.
La vibració haurà sorgit,
haurà deixat petjada.
En algun cor,
en algun univers.
Tal y como expreso en mi poema crear requiere una gran dosis de coraje. Sabernos efímeros, viajeros de una misteriosa broma cósmica y aún así osar crear. Cuando lo hacemos, nos creamos a nosotros mismos, realizando nuestro potencial y contribuíendo a la evolución.
Crear como forma de vida
Dos sesiones en Sea Harts, me sacudieron internamente en cuanto a mi relación con la creatividad. Me di cuenta que de alguna forma, me estaba guardando proyectos creados, por pensar que tal vez no eran demasiado buenos. O por esperar a estar lista y así poder sacarlos a la luz cuando llegara el momento apropiado. Me di cuenta de cómo de forma sutil, estaba estancando el río de mi creatividad, intentando controlarlo. ¿Alguna versión de esto resuena en tí? Lo que aprendí, fue que, cuanto más controlamos nuestro flujo creativo, más debil de vuelve. Y lo contrario, cuanto más nos soltamos y dejamos ir el mismo, más cerca de nosotros mismos estamos y más fuerza vital nos es dada para continuar creando. Una versión de lo mismo lo expresó bellamente Martha Graham:
Existe una vitalidad, una fuerza vital, un estar dispuesto que se transmite a través de la acción, y dado que solo existe una persona como tu, en todo el tiempo, esta expresión resulta única. Y si la bloqueas, no volverá a existir nunca más a través de ningún otro medio y se habrá perdido para siempre.
Mirada interior
¿De qué forma o formas estás bloqueando tu creatividad? ¿Que espacios / tiempos puedes crear para ti para dar salida a la misma? ¿Qué espacios/tiempos puedes reconvertir para que sean creativos? ¿Con quién quieres / puedes hacerlo que respete la regla número uno de la improvisación?
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Cuando crear es evolucionar (I)
Un espacio para crear

El Burren, Irlanda
Este verano, durante los días que pasé en Irlanda en familia, descubrí un rincón muy especial: “Sea Harts”. En el pintoresco pueblo costero de Lahinch, en una callejuela de poco tráfico, el lugar nos atrajo por puro magnetismo. Mi hija de casi tres años y yo, entramos y vimos a un grupo de niños cada uno concentrado en lo suyo: uno estaba terminando un barco de vela, otro acabando de pintar una piedra de playa como si fuera una oveja, otro comprobando que lo que había pintado estaba ya seco. De pronto me sentí como en el “Planeta imaginari” – no puedo creer que haya encontrado una versión del mismo! -, un programa infantil de TV2 que con el Claro de Luna de Debussy de banda sonora, evocaba universos de posibilidad en mi. En el espacio, una mujer de aire élfico nos invitó con una sonrisa. Me gustaría conocer un como funciona, como participar…le dije, nos encanta crear, confesé. Estáis en el sitio bueno entonces, dijo Rachel con las orejas de punta escondidas detrás del pelo rubio. Nos explicó como funcionaba todo, básicamente todos los materiales: arena, conchas, piedras, palos, pintura, purpurina, hilos, botones, plumas, telas…. estaban disponibles para ser usados con la intención de crear aquello que quisiéramos. Las estanterías estaban llenos de ejemplos de lo que era posible. Piedras redondas convertidas en graciosos caracteres, con gorra y bufanda, animales de todo tipo, barcos, colgantes, cuadros, pájaros y un largo etcétera. Al día siguientes ya estábamos allí.
Una hora para crear
Después de ponerle la bata a la pequeña, y acompañarla a buscar materiales, Rachel me preguntó: ¿Tu también vas a crear? Pensé, no voy a poder, tendré que acompañar a la peque, con todo la de materiales que hay aquí, podría montar una gorda. Y sin embargo, de mi boca salió un “me encantaría”. Fantástico dijo ella. Entonces tu misma, ya sabes, todo está a tu disposición. Sentí una excitación interior. Desde ser madre que no he podido pintar casi nada, así que aquello era como un tíquet al paraíso de una hora. Empecé a recolectar materiales. Un palo que en realidad era una serpiente, una piedra que quería expresar los colores de Irlanda: blanco, verde, azul y gris, con toques de color de las variadas flores. Concentrada en mi labor creativa, una parte de mi atención seguía a mi hija que acompañada de Rachel estaba en pleno viaje creativo. Decidí observar y contener mis ganas de intervenir a no ser que fuera realmente necesario.
¡Si, si, genial! ¿Quieres más? ¡Adelante! ¡Es fantástico!
Ella había elegido una piedra redonda del tamaño de un puño. Lo primero que quiso hacer fue ponerle unos ojos de plástico pegados ¿Quieres pintarla, le preguntó Rachel? En inglés, señalando a las pinturas. A ella le encendieron los ojos y dijo si. Yo pensaba “pintura, va a armar una buena, nunca ha pintado en pincel”. Le dieron un pincel y le preguntaron qué colores quieres, mira hay estos de aquí: cogió el verde. Tomando una buena dosis del mismo – demasiado pensé yo- lo puso en la paleta. Allí cogió el pincel y empezó a pintar la piedra. La pintura se acumulaba en la piedra – imposible que luego se seque pensaba yo, es demasiada, además habiá tapado los ojos. Sin embargo, Rachel decía: “Que bien lo haces, así, así muy bien” “Más, adelante!” y ella sonreía encantada. Cuando la piedra parecía chorrear de pintura, Rachel le dijo, mira quieres ponerle arena de colores? enseñándole el bote. De nuevo, la pequeña refulgía de posibilidad, como diciendo, no solo me lo muestras, sino que me lo das! Entonces empezó a espolvorear la piedra con purpurina naranja. Rachel, con algunas telas en la mano le dijo, mira te gustaría emplear alguna de estas? Ella eligió una de plateada. ¿Donde la quieres? Aquí dijo ella. Ah, quieres ponerle una falda susurraba Rachel, que hábilmente pegaba la tela con una pistola de de silicona. Quieres la falda solo por delante o también por detrás. También por detrás dijo convencida. Estupendo, celebraba Rachel, está quedando magnífico. En ese instante vio una pluma y la cogió. Para ponerla en la piedra. Dónde la ponemos preguntó Rachel? La peque dijo, aquí – yo pensaba, pero si no le cabe nada a la pobre piedra, pero me equivoqué. Entonces vio el pincel y lo cogió de nuevo. A mi me salía el instinto de decir “no, ya has pintado demasiado, la pintura se está secando”. Pensé que esto es lo que iba a salir de la boca de Rachel, pero nada más lejos, sino un “¿Ah, que quieres volver a pintar? ¿Ahora en azul? Espera que te ayudo”. La piedra, sorprendentemente absorbió algunas pinceladas más de azul. Mi hija se veía saciada y feliz, y de algun modo había puesto la atención en otra cosa. “Parece que has terminado, dijo Rachel” y la acompañó a buscar materiales para otra creación.
Más allá de sostener el espacio
¿Cuántos espacios tenemos en los que todo sea posible, y en el que nadie nos diga “esto no lo puedes hacer” o “mejor hazlo de esta forma”? Es decir, espacios de aceptación total de lo que hacemos y por tanto de lo que somos. A mi entender, muy pocos. La buena noticia es que los adultos podemos crearlos nosotros mismos. ¡Por nuestro bien! No tienen que ser de mucha duración, ni tampoco de gran espacio físico. Se trata más bien de cómo nos relacionamos con nosotros mismos al estar en ese espacio/tiempo.
En estos espacios podemos dibujar, garabatear, hacer cualquier tipo de manualidad, bailar, componer, cantar,…tanto si estamos sólos como en compañía te invito a considerar la ley número uno de la improvisación. Aprendí esta cuando de la mano de Pluribus, empecé a facilitar sesiones de formación en diversidad e inclusión para grandes empresas. Al tratarse de contratos grandes y en varias partes del mundo, nunca sabías con quien ibas a co-facilitar el taller hasta media hora antes de mismo o con suerte el día anterior. La regla de la improvisación era fundamental: Pase lo que pase durante la sesión, en ningún caso vamos a contradecir ni a corregir aquello que ha dicho el otro. En lugar de decir “pero” vamos a utilizar el “y”. Las sesiones fluyeron de maravilla y disfruté de algunos de los momentos de co-creación grupal más potentes de mi vida.
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Crítico interno: cuando el enemigo es una parte de ti (II)
(continúa del post anterior)
¿Qué hacer en pleno ataque?
Fruto de mi propio aprendizaje y de acompañar a personas a través del coaching integral he desarrollado esta pauta para poner en práctica durante un ataque del crítico interno.
- Date cuenta e internamente afirma: “Esto es un ataque del crítico interno”
El crítico interno – de entre otras voces – se le identifica por ser una voz sin corazón, a menudo cruel y a veces despiadada. - Respira: lleva la respiración al vientre y déjate calmar por la misma.
- Conecta con las sensaciones físicas y pregúntate: ¿Qué siento? ¿Cuál es el mensaje del crítico?
- Crea espacio entre tu yo verdadero y lo que está sucediendo dándote cuenta de que tu no eres esa voz ni tampoco la que se defiende de ella. Repite estas palabras si te sirve de ayuda: Yo no soy esta voz ni tampoco la que se defiende de ella.
- Autocompasión: Conecta con un espacio de compasión hacia ti mismo en el que albergar al crítico y a la parte de ti que está siendo atacada y/o está defendiéndose. Quédate con las dos, al igual que un buen amigo de ambas.
- Evita dejarte llevar por la llamada a la acción de las defensas al crítico. Intenta mantener la batalla en el fuero interno. Si buscas las culpas fuera perderás de vista todo el complejo y la oportunidad de aprender de ello. Si esto no es posible, acéptalo y pide después las disculpas necesarias.
- Aprovecha la calma después de la tormenta para escribir sobre ello y aprender de tu crítico, tus defensas y sobre como actuar la próxima vez que aparezca.
Prácticas para entablar relación con el crítico
Más allá de la immediatez de hacer frente a la situación cuando ocurra, al igual que con cualquier otra dimensión de nuestro mundo interior, las prácticas que desarrollen nuestro “testigo” interior – según acepción de Ken Wilber – van a ayudarnos a calmar la mente y a conocer al crítico. Prácticas como el yoga, la meditación, la contemplación, escribir en un diario nuestro flujo de conciencia,…ver mi post sobre el tema para más detalle, nos facilitarán el poder escuchar, conocer e integrar estas voces.
A medida que vayamos identificándolas, resulta interesante preguntarse sobre su procedencia y sobre la naturaleza de su agenda:
- ¿Quien es la voz en cuestión o a quien representa?
- ¿Qué se supone que debes hacer según esta voz?
- ¿Quienes son los otros en función de esta voz?
- ¿Cómo es el mundo para ella?
Para trabajar con distintas voces críticas, ayuda el ponerles nombres tal y como si se tratara de personajes de una obra de teatro. De modo que cuando vuelven a aparecer, es más fácil darse cuenta y desidentificarse de ellas.
Al mismo tiempo, una vez identificado el crítico, es interesante preguntarse ¿Qué hacemos cuando nos sentimos atacados por nuestro crítico interno? Responder a esta pregunta nos permitirá dilucidar los mecanismos de defensa frente al mismo. Esto es de crucial importancia pues nuestras defensas frente al ataque interno a menudo resultan tan o más problemáticas que los efectos del ataque en si.
Más sobre el crítico
Conocer a nuestro crítico y nuestros mecanismos de defensa es la única forma de integrar y trascenderlos. En este sentido, encuentro útiles y profundas las enseñanzas de Kirstin Neff y Robert Augustus Masters, así como en El Crítico Interno y la Autoaceptación editado por Tami Simon. El enfoque de Soul Without Shame de Byron Brown también resulta transformador. A todos ellos los integro en mi práctica de coaching.
Mirada interior
A mi entender el trabajo del crítico interno ejemplifica de forma rotunda el carácter arduo – del latín arduus, elevado, difícil – del crecimiento y evolución personales. No hay atajos en esta senda escarpada en la que el nuestros recursos internos y externos, la autocompasión y la práctica comprometida nos facilitan el ir avanzando hacia nosotros mismos.
A modo de auto-reflexión te invito a considerar estas preguntas: ¿Cómo es tu crítico interno? ¿De qué forma de obstaculiza o estanca tu potencial? ¿Qué vas a hacer al respecto?
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Crítico interno: cuando el enemigo es una parte de ti (I)
Ataques por sorpresa
Hasta el momento ha sido un día en familia estupendo, y todo parece ir bien. Una interacción sin aparente importancia, unas palabras me pillan distraída y dan en el blanco. De pronto me siento como una niña de siete años a la que acaban de reñir por ser desordenada, por repetir los mismo errores una y otra vez, por ser un desastre. Internamente me invade una sensación de vergüenza ardiente, siento que hay algo en mi que no está bien y me ofusco. Siento el impulso de defenderme atacando. Me doy cuenta de como las palabras han activado a mi crítico interno y de todo el proceso. Empiezo a observarlo todo sin dejarme llevar por el torrente emocional ni interactuar desde ese espacio. Empiezo a observar lo que ocurre desde una perspectiva mayor: el ataque del crítico, mi yo de siete años y mi mecanismo de defensa. Estos se convierten en objetos de mi conciencia y elijo sentir compasión por ellos. Las emociones pasan y vuelvo a mi yo adulto y evolucionado. No solo he capeado el temporal, sino que he hecho conscientes, partes de mi subconsciente integrándolas en mi ser.
Existen infinitas versiones del crítico interno como experimento cada día en mi práctica de coaching. Para Clara, una empresaria de éxito, su crítico interno se suma a las reuniones que ella y su socio tienen con clientes. En forma de sensaciones físicas o voces menos sutiles, le susurra que su socio es mejor, más inteligente y que sabe más de todo. Frente a ello, Clara se hace pequeña y casi no habla en las mismas, reforzando aún más el juicio cruel de su crítico interno, y también alimentando un resentimiento inconsciente hacia su socio.
La peculiar voz del crítico interno de Miguel, artista polifacético, le cuestiona sus capacidades internas en momentos de liderazgo, en los que compartir su talento y visión. Su crítico le dice que tansolo es uno más y que sus ideas no valen más que las del resto, con lo que termina reprimiéndolas. Esto paraliza a Miguel, dejándolo con una sensación de frustración e impotencia.
¿Alguna versión de esto te suena familiar?
¿Qué es el crítico interno?
Según Ken Wilber en Psicología Integral, una de mis lecturas de verano, una persona normal cuenta con una docena de subpersonalidades. Las subpersonalidades se experimentan como distintas voces en el diálogo interno de uno o en forma de sensaciones físicas. Algunas de las más comunes son las del ego padre/madre, hijo, adulto, conciencia, superior, inferior, yo auténtico, ser auténtico y el crítico interno entre otras.
Cada una de estas subpersonalidades cuenta con su propio nivel de desarrollo. Es por ello que al estar bajo los efectos de una de ellas, las personas actuemos de formas aparentemente contradictorias o desconectadas de nuestro yo adulto.
El origen de las subpersonalidades es cultural. Según mi experiencia en mi práctica de coaching, algunas de las subpersonalidades más problemáticas provienen del ámbito familiar, es decir de las voces críticas internalizadas del padre y/o la madre.
Las subpersonalidades complican las cosas, cuando las disociamos de nuestro yo consciente. Es entonces cuando selladas en el sótano de nuestro subconsciente, mandan dolorosas señales cuando las circunstancias apelan a ellas, bloqueando nuestras capacidades y potencial.
Dos actitudes básicas frente al crítico
El crítico interno se activa cuando surgen las circunstancias interiores o exteriores propicias.
Frente a esto, en mi experiencia hay dos actitudes conscientes o inconscientes de relacionarse con el crítico interno. Algunas personas elegimos profesiones o circunstancias que nos llevan a enfrentar a nuestro crítico interno. Uno de mis maestros, James Flaherty llamaba a esto “ir hacia el fuego”. Otras personas eligen formas de evitar circunstancias activadoras del crítico a toda costa, moldeando su vida en función de ellas. Sin embargo, cuanto más alienadas están estas voces más fuerza tienen, al igual que todo lo inconsciente, como brillantemente expresó C.G.Jung “Hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida y tú le llamarás destino”.
En mi próximo post compartiré prácticas sobre que hacer en pleno ataque de crítico interno, así como formas de entablar una relación con el crítico de modo que podamos integrarlo y seguir evolucionando.
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El presente como camino a casa. ¿Por qué es importante volver?
(continúa del post Cuando presencia y vitalidad van de la mano)
Realmente, no “me gustas cuando callas y estás como ausente”
Poema 15 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada Pablo Neruda
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Dice Neruda en su poema 15: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto.” En efecto, cuando no estamos presentes, es de alguna forma como si no estuviéramos, como si hubiésemos muerto. Así el poeta confiesa al final del poema: “Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.” Y es que no estar presente no mola. Ni a nosotros, ni a los que nos rodean. Los niños lo notan enseguida, cuando nuestra presencia baja y si no están acostumbrados a ello, reclaman que volvamos a su lado. Aunque nuestra falta de presencia sea la mayor parte de las veces inconsciente, yo lo interpreto como una falta de respeto a la vida. Por eso, la falta de presencia nos quita vitalidad, pues sin presencia, la vitalidad no nos hace falta, mientras sutilmente nos acercamos a la muerte.
¿Qué nos regala estar en el momento presente?
El premio de atender abiertos y vulnerables al festín de la vida es….. MÁS VIDA!. Más vitalidad, sentir más, más conexiones, más intensidad, más oportunidades, más transformación. Porque todo en la naturaleza está constantemente cambiando. Y cuanto más presentes estemos, más de acorde a la naturaleza podremos fluir.
Sin embargo, presentarse determinados al festín de la vida no es una tarea banal. A mi entender requiere dos requisitos básicos: coraje y recorrer el camino a casa una y otra vez.
Coraje para tener el valor de sentir. Sentir lo agradable, como la brisa del viento en nuestra piel, el abrazo de un amigo, la sencillez de unas palabras inesperadas, y también lo menos agradable. Como lo amargo de una relación que parece estancada. La sensación de no encajar en un grupo. El dolor físico y emocional de tener que hacer frente a una enfermedad propia o de una persona cercana.
Sin pretensión de ser exhaustiva, aquí comparto algunas formas de recorrer el camino a casa hacia la presencia, nuestro lugar de pleno derecho.
Camino a casa 1: habitar el cuerpo
¿Cuándo fue la última vez que bailaste de forma desatada? Bailar conectando con la música, y dejando que nuestro cuerpo la siga con su movimiento es una práctica fabulosa para aumentar la presencia.
También lo son el ejercicio consciente por ejemplo el yoga, el trabajo corporal (body work) y estar en la naturaleza, ver mi post sobre el tema ¿Porqué alimentar a tu alma salvaje?.
Camino a casa 2: integrar la mente
Una forma de calmar y entrenar la mente antes de pasar a prácticas más avanzadas son la relajación y el yoga. Ambas nos permiten aflojar tensiones, abrir el cuerpo y desde esta base iniciar prácticas de meditación.
Meditar sin haber abierto y relajado el cuerpo, puede tener, y en casi todos los casos tiene, el efecto de aumentar aún más nuestra actividad mental. También nos puede calmar la mente a través de desconectarnos de nuestro cuerpo, sensaciones y emociones. De este modo las personas que meditan de este modo están, sin saberlo, practicando la evasión espiritual, término acuñado por Robert A.Masters. La evasión espiritual consiste en pasar de puntillas sobre los aspectos más crudos de nuestra vida para relajarse en “estados superiores”, lo que precisamente nos condena a estancar nuestro crecimiento personal.
La meditación, cuando no nos desconecta sino que nos abre a nuestra experiencia encarnada resulta una forma de ver los mecanismos a través de los cuales perdemos presencia y profundizar en ellos. Desarrollando una relación íntima y de aceptación con los mismos, podemos ser capaces de integrarlos y trascenderlos.
Otra forma de llevar los pensamientos al lugar donde corresponden – como una parte más de nuestra experiencia pero no la única – consiste en escribir en un diario nuestro flujo de conciencia sobre lo que ocupa nuestra mente, inspirados en las páginas matutinas de Julia Cameron . Parece sorprendente lo que habita a un nivel subconsciente y ponerlo en papel, le da espacio para que deje de interponerse en nuestras vidas.
Camino a casa 3: cultivar la presencia en relación
La primera relación es con nosotros mismos. Y esta relación es la base de todo. Una forma de dar espacio a la relación con nosotros mismos es a través de la soledad, creando espacio para la introspección.
En un segundo nivel, las relaciones con otros son indispensables pues no podemos desarrollarnos como personas más allá de lo que se han desarrollado nuestros maestros.
Existen comunidades de aprendizaje formales e informales que fomentan la presencia. Algunas de las fundamentales para mi han sido Pluribus , Coming Into Your Own, New Ventures West y el Integral Center, entre otras. Actualmente, estar en relación con maestros en el ámbito del coaching, el espiritual y el somático me invita a niveles mayores de presencia y consciencia. También existen comunidades que fomentan la ausencia. En lugar de conectarnos al momento presente nos desconectan de él. Aprender a discernir cual es cuál y a elegir en consecuencia es determinante.
El coaching es en si una relación fundamentada en la presencia. Mis sesiones son una invitación a estar presente. En este sentido, mi capacidad de estar presente a todo lo que comparte la persona a la que acompaño, sea consciente o inconsciente, facilita la calidad transformadora de las mismas. En palabras de Decker Cunov, uno de los fundadores del Integral Center “Si hay algún lugar adonde ir, es a estar más aquí y ahora”. En mis sesiones de coaching, el momento presente despliega un holograma hacia la totalidad de la persona y todo lo que le ocurre en su mundo. Desde ese espacio, transformaciones profundas tienen lugar.
Mirada interior
¿Qué resuena en ti de lo que has leído? ¿Qué caminos a casa ya practicas? ¿Qué otros podrías añadir? ¿Qué puedes hacer o dejar de hacer al tomar conciencia de esto?
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Cuando presencia y vitalidad van de la mano
Apareciendo, desapareciendo
Hace unos días tuve el placer de conocer parte de la obra pictórica de la brillante Alba Casanovas. Quedé totalmente cautivada por la colección Vera Icona, de las fotos de este post. Le pregunté a Alba sobre el porqué de la colección y me habló de la presencia, del impacto de la misma y de cómo aparecemos y desaparecemos en el fluir de nuestras vidas. De forma inmediata, me conectó con mi experiencia con personas a las que acompaño a través del coaching.
Presente, puerto presente
Cuando estamos presentes, habitamos nuestro cuerpo, nuestra alma nos acompaña en el momento presente y estamos conectados y atentos al momento. Miramos más a los ojos, interactuamos más libremente y las personas que están con nosotros nos sienten cercanos. La conexión que sentimos con la vida hace que se abran nuevas posibilidades a cada momento. La canción de Macaco y Fito, Puerto Presente, transmite muy bien la idea.
Eckhart Tolle en el Poder del Ahora lo expresa de forma cristalina: “Si tu mente arrastra la pesada carga del pasado, lo que harás será experimentar más de lo mismo. El pasado se perpetua a si mismo a través de la falta de presencia. La calidad de tu consciencia en este momento, es lo que da forma al futuro”.
Vivir mentalmente = falta de presencia
Una de las epidemias de nuestro tiempo y civilización es que vivimos demasiado en la cabeza, en nuestros pensamientos. Y a la mente no le gusta estar presente. Su naturaleza es la de preocuparse y dar vueltas a todo, residiendo en el pasado o en el futuro.
Vivir en la era de la información nos invita a vivir desde lo mental, desconectados en cierto modo de nuestro cuerpo. Una metáfora brutal de ello se muestra en la película The Matrix. Los cuerpos de la gente están enchufados en las máquinas que recogen electricidad. Sin embargo las personas no se dan cuenta porque han dejado de habitar sus cuerpos y viven tan solo a nivel mental.
¿Porque nos vamos?
Perdemos presencia por una multiplicidad de razones.
Por ejemplo, dejamos de estar presentes cuando estar en nuestros cuerpos y sentir lo que sentimos resulta demasiado doloroso. Aunque esto es conocido de situaciones traumáticas, nuestra presencia se puede ver afectada por muchas experiencias que a la vista no se interpretarían así. Según Peter A. Levine, experto en traumas, el trauma no depende de la circunstancia en si, sino de como la persona lo vive. De forma que a una persona le puede resultar traumática un tipo de experiencia, mientras que a otra, la misma experiencia no le deja ningún tipo de huella. En cualquier caso, situaciones traumáticas se registran en nuestro cuerpo en forma de tensión, perdiendo flujo vital y presencia.
Relaciones con estados emocionales
Estados emocionales que nuestros padres no sabían gestionar, nos puede llevar a una falta de presencia. Por ejemplo, si a mis padres les resultaba muy difícil de gestionar la rabia, hicieron de eso un estado no admitido en la familia primero y luego esta norma se interiorizaría en mí. De esta forma, mi expresión del enfado se verá comprometida, y a no ser que lo trabaje conscientemente, me será difícil estar presente con esta emoción cuando aparezca y aún más expresarla.
Detectar cualquier estado emocional que nos haga perder presencia es el primer paso para atajarlo. De ahí, la forma de avanzar que propone Augustus Masters y con la que coincido plenamente es la de atravesar el estado quedándonos presentes al efecto del mismo en nosotros: en nuestro cuerpo, en las emociones, sus pensamientos asociados, sus llamadas a la acción. Para un ejemplo de cómo atravesar una emoción ver mi post Las emociones como portal a la plenitud. Otra forma de atravesar la emoción es compartiendo lo que nos está ocurriendo en relación a otros. Poner nombre y estar con los mecanismos que nos quitan presencia es volver a ella.
Presencia en relación
También perdemos presencia cuando crecemos o estamos con personas que no están presentes. Los niños beben de los adultos que los crían y de modo inconsciente mimetizan su “ser y estar” en el muno. Existen relaciones con un nivel muy bajo de presencia, lo que nos mantiene en ese nivel. También es cierto lo contrario. Al estar con personas que están muy presentes, nos sentimos invitados al aquí y al ahora por su presencia, su curiosidad, la cualidad de sus interacciones. Estar con estas personas aumenta nuestra intensidad vital.
Mirada interior
Por un momento, pon atención en tu vida. ¿Qué emociones te resulta difícil sentir? ¿Qué zonas de tu cuerpo están tensas e insensibles? ¿En qué situaciones pierdes presencia? ¿Cuál es el estado interior (sensaciones, emociones, pensamientos) cuando este sucede? ¿Con qué personas te sientes más presente, más vivo?
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¿Qué primer paso te aguarda?
Trazando una primera línea
Empieza de cerca,
no tomes el segundo paso o el tercero,
comienza con la primera cosa
cercana,
el paso que no quieres tomar.
(primera estrofa del poema Start close in de David Whyte, mi traducción)
Un día sientes algo dentro de ti y das el primer paso. Resulta como la línea que dibujó Miró en su famoso tríptico Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario. Negro sobre blanco. Claro, nítido. Imposible de diluir. Igual que a Miró, también a ti te costó encontrar el coraje para poder dibujar esa primera línea…
Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario – Miró
Coaching como un conjunto de primeros pasos
“Sea lo que sea que quieras hacer o sueñes en hacer, empiézalo. La audacia tiene genialidad, poder y magia. Empieza ahora.” J.W. von Goethe.
Una forma de entender el coaching integral es como un conjunto de primeros pasos. Primeros pasos para verte a ti mismo. Para darte espacio. Para estar sin “saber”. Para ponerte en el centro de tu vida, tal vez después de mucho tiempo.
Y al hacerlo, otro paso se sugiere. Y te das cuenta que no es necesario tener un plan detallado para empezar.
Aprender de forma integral
Porque tomar conciencia es importante pero no suficiente, el coaching integral te acompaña a través de dos formas: el conocimiento de ti mismo por un lado y el descubrimiento a través del hacer, por el otro. Pues es haciendo cuando puedes trascender tu dimensión cognitiva, e incluir la plenitud de tu dimensión humana.
Un nuevo espacio
Das el primer paso y te sientes en un nuevo espacio. Ves como se diluyen las resistencias que tuviste que atravesar para esa primera acción. Ya no eres igual. Tu y todo ha cambiado. Un mundo de opciones y posibilidades que ni podías imaginar se abre a tus pies.
Y en tu vida ¿Qué primer paso te está paciente o inquietamente esperando?
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Diseño vital para fluir en la vida
Equivocarse para tomar consciencia
Hoy me siento derrotada,..y un poco triste, decepcionada. Después de todo el trabajo, después de todas las prácticas,…me doy cuenta de patrones internos, conscientes e inconscientes que me llevan a hacer cosas que realmente no quiero. No es que sean totalmente contrarias a mi, sino más bien ligeramente contrarias. Eso es lo que las hace peligrosas a mi entender, pues de forma sutil, modelan mis horas, mis días, mi vida.
En este caso se ha tratado de unas horas. Horas valiosas, que me gustarían haber empleado en conectar con personas que amo, en cultivar la intimidad, cuidar y reparar vínculos,….y en cambio, las dediqué a tareas de delante del ordenador.
Seguir adelante
Decido perdonarme y al mismo tiempo renovar mi intención de alinear mis acciones con mis valores y prioridades vitales. Para ello, siento que necesito hacer un trabajo de visionado de mi vida en los próximos. Hace unos 15 años que realizo esta práctica y he sido testigo una vez y otra de su poder. ¿Porqué desarrollar una visión sobre la vida que queremos es poderoso? Pues porque al visionar nuestro futuro, lo estamos creando. Lo creamos en nuestro consciente e inconsciente lo que nos facilita reconocerlo y expresarlo en nuestra danza vital. Visionar nuestro futuro también es una forma de suspender creencias limitantes que nos impiden querer aquello que realmente queremos.
Pasos para el diseño vital
Existen tres dimensiones en cualquier proceso de diseño vital:
Dar cuenta del estado actual de nuestra vida
Describir la vida futura que queremos
Crear estructuras (horarios, hábitos, relaciones…) hacia nuestra visión.
Como describe Robert Fritz en The Path of Least Resistance, no basta con visionar, sino que es necesario crear estructuras en nuestra vida que hagan inevitable la realización de nuestra visión.
Aceptación, el primer paso
A menudo mirar al futuro resulta un paso avanzado. Preguntarnos aquello que deseamos realmente, puede ser aterrador, si mi pasado está lleno de cuestiones sin resolver o si vivo en negación sobre mi realidad presente. Por ello, una parte importante de mis programas de coaching consisten en aprender a estar con lo que es, conectar con el momento presente, en su totalidad. Mientras nos queden cosas por aceptar o sanar, no seremos capaces de estar realmente presentes. Es por ello, que la falta de conciencia hace que nos quedemos estancados, sin avanzar, y algunas cosas parece que se repiten una y otra vez en nuestras vidas, pues de hecho así es. A medida que logramos estar, mirar, sentir, todo lo que ya está aquí, seremos capaces de incluirlo y trascenderlo. Entonces el momento presente se convierte en un portal al futuro.
En mi caso, si yo no hubiese reconocido que ayer me equivoqué en mi decisión de como invertir el tiempo, seguramente lo volvería a repetir una y otra vez, hasta que las consecuencias de hacerlo me hicieran parar y mirar.
Coaching integral como estructura
“Si lo puedes soñar, lo puedes crear” decía Walt Disney, y también creo que si no lo puedes soñar, te va costar muchísimo más crearlo.
Mis programas de coaching integral son de hecho una estructura para que la persona a la que acompaño acerque su vida real a la vida que anhela. De seis meses de duración, con sesiones quincenales de una hora y ejercicios y prácticas entre sesión y sesión, damos cuenta de todo lo existe y como nos condiciones en el presente, facilitando o bloqueando nuestro potencial y expresión humana futuros. A medida que la presencia de las personas a las que acompaño aumenta, vamos indagando en aquello que realmente quieren, en sus sueños, sus anhelos, dándole forma a través de distintos medios artísticos y plásticos. Para ello utilizo una multiplicidad de técnicas, desde el circling, el focussing, proceso de símbolos, y otras herramientas del coaching integral.
Una sola vida
Al leer este post, tal vez te preguntes: ¿Por qué complicarnos en diseñar, nuestra vida? ¿Por qué no fluir con ella y dejarse llevar? Mi aprendizaje es porque cuanta más conciencia, coherencia e intención exista en la forma en que vivimos más podremos fluir. De lo contrario, cuanta más incoherencia, inconsciencia y negación acarree en mi, más problemas me traerá el “simplemente dejarnos llevar”. Y también porque como poéticamente expresa Carla Bruni en su Toute le Monde “Tout le monde a une seule vie qui passe, mais tout le monde ne s’en souvient pas”, “Todos tenemos una sola vida para vivir, pero nadie se da cuenta de ello”. De modo que mirar a nuestra vida, profundizar en ella y encauzarla es una forma de darnos cuenta de que solo tenemos una vida que pasa, y así poder darnos a ella, plenamente.
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¿Por qué te va la vida en aprender a decir no?
La dificultad en decir no es un tema recurrente en mi consulta de coaching. Las consecuencias de esta baja capacidad son directas e impactantes, como por ejemplo:
- Sentirse desbordado por tener decisiones que entran en conflicto entre ellas
- Ausencia de tiempo para lo que tiene sentido para uno, sea en el ámbito profesional o personal
- Resentimiento por tener que llevar adelante decisiones sin sentirse comprometido con ellas
- Sensación de vivir bajo presión por la multitud de compromisos adquiridos
- Sensación de no tener voz sobre el rumbo de la propia vida
Debajo la dificultad de decir no
Las dificultades en nuestra capacidad de decir que no o que sí, son la punta del iceberg de cuestiones más profundas. A mi entender:
- ¿Cuán conectado estoy con mis prioridades vitales y profesionales? ¿Cómo las expreso?
- ¿Cuán enraizado estoy sobre lo que es realmente mi trabajo en esta vida? ¿Cuál es mi centro de gravedad vital?
- ¿Cuán apegado estoy a patrones de comportamiento que quizás ya no me sirvan?
- ¿Cuáles son mis creencias y juicios sobre decir sí y decir no no?
- ¿Qué siento en mi cuerpo cuando digo sí o digo no?
- ¿Cuán importante es para mi lo que los otros piensen de mi? ¿Qué emociones siento cuando doy un no?
- ¿Cuál es mi capacidad de conversación? ¿Cual es mi nivel de conciencia sobre mi capacidad de crear distintas realidades a través de conversaciones?
En Immunity to Change, Kegan y Laskow hablan de los distintos niveles de conciencia o mente según nuestro desarrollo personal. En la base de ellos está la “mente socializada”. Desde este nivel de conciencia las personas se ven muy influidas por lo que creen que los otros esperan de ellos, y como esto puede dar respuesta a su supervivencia, relaciones, y necesidades de autoestima. Sufren mucha ansiedad por el hecho de ser juzgadas y por poder cubrir sus necesidades. No es de sorprender que desde este nivel de conciencia, decir que no resulte muy difícil.
A medida que nuestra mente evoluciona, hacia una “mente que se crea a si misma” somos capaces de desarrollar un centro de gravedad en nuestras vidas y discernir prioridades. Con ello, nos resulta más fácil decir que sí y decir que no guiados por nuestro centro.
El continuum entre el sí y el no
El lenguaje es una simplificación de la realidad. Entre un si y un no, existe un continuum de posibilidades, que nos brindan matices a la hora de saber lo que queremos y expresarlo.
A un extremo del NO tendríamos:
no incondicionalmente > no bajo esta circunstancia > no ahora >
seguidos por el SI:
sí pero más tarde > sí bajo esta circunstancia > si incondicionalmente
Resulta interesante darse cuenta que el si y el no circunstancial son paralelos, pues lo que estamos haciendo es condicionar nuestra respuesta a un escenario que encaje en nuestras vidas y prioridades. Por ello, nuestras capacidades de conversación determinan el grado en el que podemos imaginar realidades, formas de ser y hacer, y comunicarlas con gracia para alinear nuestro propósito vital con lo que la vida nos ofrece.
La conversación conmigo mismo
El paso más importante para disolver dudas y encontrar la fuerza necesaria para decir si o no es la conversación con nosotros mismos. De mi amiga y maestra Ana Arrabé aprendí que decir sí y decir no es en esencia lo mismo. Siempre que decimos que si a algo, estamos diciendo que no a otra cosa. Y vice-versa. Por ello, antes de decir que si o decir que no, me pregunto ¿A qué estoy diciendo que sí con esta decisión y a qué estoy diciendo que no? ¿Está alineado con mis prioridades vitales, con mi propósito vital?
Formas que informan
Una vez tengo claridad respecto a mi decisión, es necesario comunicarla…. ¿O no? Durante un tiempo me sentía con la necesidad de declarar mis decisiones y dar justificaciones. Con la práctica me he dado cuenta que no es necesario, pues el fluir de la vida y nuestras acciones mandan fuertes señales a nuestro entorno.
En cualquier caso, al responder sí o no, tenemos la oportunidad de explicar el porqué de nuestra decisión. De forma opuesta, también podemos responder si o no, sin dar ninguna justificación. En algunas culturas “no” se considera una frase completa. Resulta sorprendente la de veces que las personas no piden justificación ante un “no” enraizado.
En nuestra cultura de las prisas e inmediatez, la opción del humilde “no lo sé”, necesito tiempo para pensarlo o pedir aclaraciones para poder tomar una decisión más informada, es una carta poco usada, y sin embargo muy útil.
Más allá de las palabras, existen formas de responder a través de nuestro silencio y nuestros actos, dejando que éstos hablen por nosotros.
Con derecho a equivocarnos
La práctica nos hará sabios. Y al mismo tiempo, seguiremos equivocándonos.
De mi abuelo aprendí la importancia de respetar la palabra dada. Durante años una vez tomada una decisión, no me permitía corregir, tragándome las consecuencias de mi equivocación. Agradecida por su lección y reconociendo su sabiduría, he aprendido los matices de la misma, que se resumen en darse a uno mismo la oportunidad de corregir.
Sin duda que la confianza que los otros tienen en nosotros se verá minada si a cada rato cambiamos de opinión. Sin embargo, si de vez en cuando nos damos cuenta de que nos hemos equivocado y hemos dicho que si en lugar de decir que no, o vice versa, comunicarlo nos brinda oportunidades. La oportunidad de reconocer nuestro error desde la vulnerabilidad; la de ser compasivos con nosotros mismos; la de realinearnos con nuestro propósito y con la vida.
Práctica
Durante la próxima semana pon atención cada vez que vayas a decir que sí o que no en tus decisiones, sean grandes o pequeñas, y pregúntate: ¿Te has dado tiempo para una conversación contigo mismo antes de tomar una decisión? ¿Si es así, cual ha sido la calidad de la misma?¿En el momento, has sentido el impulso a decir que sí o que no rápidamente? ¿Que sentías en tu cuerpo en el momento de decir sí o no? ¿Qué emociones estaban presentes, existía miedo, tristeza, culpabilidad, serenidad…?
Anota tus reflexiones a diario y al final de la semana, relee lo que has escrito. ¿Qué has aprendido de tu forma de tomar decisiones? ¿Qué prácticas te pueden ayudar a mejorarla?
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