Mi dolor, tu dolor, dolor por el mundo
Dolor por el mundo
Durante mi infancia recuerdo un progresivo despertar a cuán jodido estaba nuestro planeta fruto de la acción humana. Los motivos de este despertar fueron parte la escuela a la que fui, la Mowgli, un espacio revolucionario en su tiempo que sin duda tuvo un impacto en mi forma de ver el mundo, y parte mis padres transmitiéndome su amor por la naturaleza. Luego mi interés me llevó a devorar National Geographics, el Ecologista, y cualquier fuente que explicara lo que estábamos haciendo a nuestro planeta.
Recuerdo que al entrar en contacto con esta realidad me sentí traicionada. ¿Cómo puede ser? ¿A quien se le ocurre destrozar algo que nos pertenece a todos? ¿Nuestra misma madre tierra que nos nutre y soporta? A medida que esta conciencia iba creciendo, una parte de mi se sentía triste. Sufría. Hacía voluntariado, sacaba el tema siempre que podía en mis círculos, reciclaba, colaboraba con ONGs ecologistas…Y sin embargo, seguía sintíendome incómoda por sentir ese dolor. La mayoría de personas a mi alrededor parecían no sentirlo, mientras que para mi era ensordecedor.
La vía del medio
Según Lama Willa Miller, cuando conectamos con la situación actual de nuestro planeta, existen dos formas de relacionarnos con ella. El primero es desesperanza, pensar que las cosas nos superan y no podemos hacer nada y el otro es falso optimismo, a menudo creyendo que la ciencia lo solucionará todo o negando que nada vaya mal. Parece que solo tenemos estás dos opciones disponibles y ambas nos conducen a la parálisis.
Sin embargo, desde el Budismo existe la vía del medio. La vía del medio reconoce que en cuanto más nos acercamos a los extremos, más nos elude la sabiduría. Tomar la vía del medio significa una voluntad de asumir la realidad tal y como es, manteniendo una actitud de amor y alegría. Éste, afirma Miller, es el camino de los bodhisattvas de esta generación. ¿Pero como lograr abrazar la vía del medio?
El trabajo que reconecta
Una de las formas más profundas, elegantes y efectivas que encontrado de reconciliar el estado de las cosas con nuestro estado interior activando nuestra capacidad de acción personal y colectivas es El Trabajo que Reconecta desarrollado por Joanna Macy. Fruto de varias décadas activismo y a través de talleres, libros y otros recursos, el Trabajo que reconecta, ofrece una forma de acercarnos a nuestro dolor por el mundo y usar su energía para el cambio positivo, en lugar dejarnos angustiar y paralizar. Familiarizada con el Trabajo, habiéndolo usado en mis talleres y formaciones, el pasado fin de semana tuve el privilegio de recibirlo de la mano de Joel y Michelle Levey en un retiro de tres días. El trabajo se fundamente en cuatro pilares:
– Conectar con la gratitud de estar vivos y todo lo que existe
– Honrar nuestro dolor por lo que está sucediendo
– Ver con nuevos ojos
– Seguir adelante

Spiral Work That Reconnects by Dori Midnight
Este proceso nos invita individual y colectivamente ponernos al servicio a lo que Macy denomina the Great Turning, el Gran Giro, nombre de la aventura esencial de nuestro tiempo: el paso de una sociedad industrial a una civilización que sostenga la vida.
Dolor personal y dolor por el mundo
Durante el retiro, me surgió la pregunta ¿Cual es la relación entre nuestro dolor personal, fruto de nuestras experiencias en la vida y el dolor que sentimos por lo que ocurre a la Tierra? Recuerdo cuando entré en contacto por primera vez con el trabajo de Joanna Macy había realizado poco trabajo personal, y ahora me doy cuenta que estaba sorda al dolor por mi historia personal. Tan acostumbrada a sentirme de una determinada forma que no lo percibía como dolor. Entonces poco a poco fui despertando a él, a través de una multiplicidad de experiencias sanadoras y transformadoras. Experiencias que me hicieron despertar a este dolor y curarlo, al menos en gran parte. De modo que llegué al taller experiencial Joel y Michelle diferente. Algo había cambiado en mi: el lugar desde donde sentía.
Ampliando la capacidad de sentir y actuar
Antes de ahondar en mi proceso personal era como si el dolor que sentía por la tierra y mi dolor personal resonaran, ampliándose el uno al otro, dificultando su integración. Mientras que ahora, durante la experiencia del retiro pude sentir el dolor por el mundo de una forma más entera, pudiendo mirar a la realidad des de una historia personal clara e integrada.
Mi aprendizaje es que profundizar en nuestra vida para aceptar, integrar y curar las partes de nuestro pasado que siguen vivas y pendientes, nos amplía la capacidad para sentir la magnitud de las cosas tal y como son, sea el dolor que sentimos por la devastación de nuestro planeta, el dolor de nuestros congéneres, o nuestro propio dolor. De este modo, ponernos al servicio del Gran Giro no solo es inevitable, sino que puede dar sentido a nuestra vida entera.
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